Les dejo esta excelente columna de Arturo «El Chapo» Soto, titulada: Entre Priscilla, María Jesús y Verania, Sonora qué herida
Arturo Soto Munguia / 2013-10-25
Se llamaba Priscilla Carolina Hernández Guerra y fue torturada y asesinada por su novio. Tenía 22 años de vida y hoy sólo tiene 85 días de muerta.
Se llamaba María Jesús Llamas Coronado y le decían “La China”. Tenía 39 años y mañana tendrá un mes de muerta. Fue encontrada ahorcada en una celda de la Policía Estatal Investigadora en Guaymas.
Se llamaba Verania Elizabeth Ramírez Jiménez. Tenía 13 años y hoy no tiene ni siquiera dos días de muerta. Su cuerpo violentado se encontró en un desolado paraje del nororiente de Hermosillo.
Entre el amanecer de julio de Priscilla y la alborada terrible de Verania en octubre está la madrugada escalofriante de María Jesús en septiembre.
Tres mujeres muertas en tan poco tiempo, en condiciones tan distintas y a la vez tan igualmente dramáticas no pueden ser un indicador de que las cosas andan bien en esta esquina de la patria a donde Dios parece negarse a voltear a ver, quizás asqueado por lo que está pasando.
En estos últimos días también fue encontrado muerto, colgado por el cuello un joven de 14 años (¡14 años!).
Se llamaba Sergio Alonso. Víctima de bullying por sus compañeros de escuela, a saber, por una conducta interpretada como preferencia sexual distinta. Tanto el director de la secundaria donde cursaba sus estudios, como la trabajadora social del plantes habían recibido quejas del muchacho en el sentido del acoso del que era víctima, y los consejos de los directivos fueron en el sentido de que debería aguantar la carrilla porque el que se lleva se aguanta.
La historia terminó (es un decir) con el adolescente colgando de un cable en un cuarto de su casa.
Por estos días, también falleció, en la banqueta del hospital público de Guaymas, José Sánchez Carrasco, un hombre cuyo nombre verdadero es Nadie. Es Nada, aunque algunos medios le llamaron “Indigente” y otros “Jornalero”.
Tenía cinco días reclamando atención médica debido a un severo cuadro de desnutrición y muchas más complicaciones. La primera declaración del director del hospital, fue en el sentido de que el señor no tenía dinero para pagar la atención. Lo demás sale sobrando. Es sólo una feria de declaraciones, desmentidos, aclaraciones, trastabilleos y contradicciones.
Demasiadas muertes, demasiada sangre, demasiado olvido. En Sonora algo está pasando y no es bueno.
Todos estos casos tienen un factor común que los atraviesa: el desdén gubernamental. La irresponsabilidad institucional; el valemadrismo oficial que publicita el éxito, el triunfo, la gloria, el progreso, lo histórico y lo inédito como galardones del gobierno de una alternancia que la realidad se empeña en desenmascarar cada día como una gran mentira.
Uno camina por las calles de las ciudades y los pueblos de Sonora y se tropieza a cada instante con monumentales imágenes de un gobernador que sonríe panorámicamente, pero la prensa ha documentado que el señor Guillermo Padrés ha mandado blindar los ventanales de sus oficinas en Palacio.
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